Nunca me Abandones by Ishiguro Kazuo

Nunca me Abandones by Ishiguro Kazuo

Author:Ishiguro, Kazuo [Ishiguro, Kazuo]
Format: mobi
Published: 2010-10-09T11:36:48.902000+00:00


http://biblioteca.d2g.com

13

Rodney, que tenía carnet de conducir, se las había arreglado para que le prestaran un coche los jornaleros de Metchley, granja situada a unos cuatro kilómetros de las Cottages. Había pedido prestados coches otras veces, pero en esta ocasión el dueño se echó atrás justo el día anterior al que teníamos fijado para la partida. Las cosas, por suerte, acabaron arreglándose: Rodney fue hasta la granja y consiguió que le prestaran otro coche. Lo interesante del asunto, con todo, fue el modo en que reaccionó Ruth durante las horas en que pensó que el viaje se había cancelado.

Hasta entonces había estado haciendo como que todo aquello era un poco en broma, como que si había aceptado aquel plan era para complacer a Chrissie.

Y seguía hablando y hablando sobre cómo casi no explorábamos las posibilidades de nuestra libertad desde que dejamos Hailsham; cómo, de todas formas, ella siempre había querido ir a Norfolk para «encontrar todas las cosas que habíamos perdido». Dicho de otro modo, se había apartado de su idea original para hacernos saber que no hablaba muy en serio al acariciar la perspectiva de encontrar a su «posible».

El día anterior a nuestra partida, recuerdo que Ruth y yo habíamos salido a dar un paseo, y entramos en la cocina de la casa de labranza, donde Fiona y algunos veteranos estaban preparando un gran guiso. Y fue la propia Fiona, sin levantar la mirada de lo que estaba haciendo, la que nos dijo que el chico de la granja había venido hacía un rato con el recado de que no nos podían prestar el coche. Ruth estaba de pie, justo delante de mí, así que no pude verle la cara, pero vi que toda su figura se quedaba paralizada. Luego, sin decir palabra, dio la vuelta, pasó a mi lado y salió de la casa. Entreví entonces su cara, y fue cuando me di cuenta de lo trastornada que estaba. Fiona empezó a decir algo como:

«Oh, no sabía...», yo dije rápidamente: «No está disgustada por eso. Es por otra cosa, algo que ha sucedido antes». No fue una buena excusa, pero fue lo único que se me ocurrió sin tener que pensarlo demasiado.

Al final, como he contado, lo del coche se resolvió, y a la mañana siguiente temprano, con una negrura de boca de lobo, los cinco subimos a un Rover lleno de abolladuras pero en perfectas condiciones. Chrissie ocupó el asiento del acompañante, al lado de Rodney, y nosotros tres los de atrás. Era la distribución lógica de asientos, y nos habíamos adaptado a ella de un modo espontáneo. Pero al cabo de unos minutos, en cuanto Rodney nos hubo sacado de la tiniebla de los sinuosos senderos y enfilamos las carreteras propiamente dichas, Ruth, que iba en medio del asiento corrido, se inclinó hacia delante, puso las manos sobre los respaldos delanteros y se puso a hablar con los dos veteranos. Y lo hacía de forma que Tommy y yo, a ambos lados de ella, no podíamos oír



Download



Copyright Disclaimer:
This site does not store any files on its server. We only index and link to content provided by other sites. Please contact the content providers to delete copyright contents if any and email us, we'll remove relevant links or contents immediately.